jueves, 6 de enero de 2011

Los cinco pasos

Estoy tirado en el sillón mas viejo pero mas cómodo de mi casa.
Miro  para la derecha, donde esta la mesa de luz con los porta retratos y veo una foto mía de cuando era payaso. Tiene el olor a las humedades que a mi cuerpo tanto hacen doler, y el color de mis dientes, algo amarillos por el buen tabaco.
Esa foto me hace acordar a lo que hoy voy a contarles, mi historia de los cinco pasos.
Era una tarde típica de otoño, casi invierno Montevideano, donde la lluvia no solo molesta si no que también comienza a mojar más de lo que uno puede soportar.
La mire, me miro, la mire, me miro y fue en ese instante cuando comenzó a retroceder hasta que su espalda toco contra la entrada a una de las antiguas casas de esa aún más antigua y empedrada calle.
Tan solo cinco pasos eran los que nos separaban, tan solo cinco y en ella podía percibir su cara de miedo.
Tengo que hacerlo, es ahora o es nunca. Doy el primer paso, no puedo dudar es el momento.
Es instante del segundo, tan solo quedan tres y no se de que forma decirlo.
Mi pie derecho vuelve a caminar,quedan dos pasos, pienso en las palabras justas para decirle.
Otro más el último paso, ahora nos separa tan solo lo que mide un pelo de canto.
La mire, me miro, la mire, me miro y fue en ese instante cuando mi boca sola se abrió, sin pensarlo las palabras salieron solas, TE AMO, le dije y algo en ella cambió.
Su expresión de terror se transformó, sus labios se arquearon hacia arriba y me soltó una gran carcajada como respuesta.
Fue entonces que tome a mi sombra de la mano y juntos nos fuimos caminando por el empedrado mientras la lluvia golpeaba mi rostro y sacaba la pintura de a poco.
Era de esperar, nadie tome en serio a un payaso.

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